Toda persona para poder vivir necesita enterarse de lo que ocurre a su alrededor. Para satisfacer tus necesidades elementales como alimentarte y para otras más avanzadas como entablar relaciones con tus semejantes, necesitas saber qué pasa fuera de ti. A eso que pasa fuera de ti se acostumbra llamarlo "la realidad". La "realidad" está integrada por todo lo que consideramos "real", y lo que consideramos real es aquello que podemos ver, escuchar, y palpar.
Cuando realizamos estas actividades (ver, escuchar, y palpar), estamos utilizando tres de nuestros sentidos: la vista, el oído, y el tacto. Es través de ellos que percibimos principalmente la realidad: nos enteramos de que existe un objeto, de que alguien nos llama, de que algo está caliente. Existen dos sentidos más pero contribuyen en menor medida a que nos formemos una idea de la realidad.
A los elementos de información que reciben los órganos de los sentidos se les denomina "señales". Constantemente estamos recibiendo infinidad de estas señales y, sin embargo, la maravillosa máquina que es el cuerpo humano se las arregla para darnos una imagen comprensible de lo que existe fuera de nosotros. Sin que nos demos cuenta, se realiza una compleja tarea de selección e interpretación para que solamente nos enteremos de lo que realmente necesitamos.
Los mecanismos neurológicos que nos permiten conocer la realidad son en parte heredados y en parte adquiridos. A través de muchas decenas de miles de años, la especie humana ha evolucionado y ha llegado a ser lo que es hoy. Los órganos sensoriales, el sistema nervioso y, en particular, el cerebro que hoy tiene cada persona, son el resultado de esa evolución. También lo son los procesos cerebrales que constantemente están recibiendo y elaborando las señales que llegan desde el exterior.
La recepción y selección de señales se realiza constante y automáticamente por medio de mecanismos que son comunes y genéricos para toda la humanidad. Sin embargo, la última parte del procesamiento, que es la interpretación, no es universal ni general, ni es el producto de la evolución. Es personal y aprendida por cada uno de nosotros durante su período de crecimiento.
Desde que naces hasta que eres adulto pasas por un período de aprendizaje durante el cual las personas mayores que están alrededor tuyo te dicen qué es cada una de las cosas que vas conociendo. Así es como aprendes a saber qué es cada cosa. A este proceso de tomar una imagen que te llega por la vista y asignarle un significado, se llama "interpretación". La interpretación, como acabo de decirlo, es aprendida; no vienes al mundo sabiendo lo que es un carro de bomberos o una pelota de fútbol.
Así como aprendes a reconocer las cosas que ves, también aprendes a darle un significado a los "hechos" de los cuales eres testigo.
Cuando algo ocurre delante de ti mientras eres niño, recurres a los mayores para que te expliquen qué es lo que está pasando. Esta explicación la grabas dentro de ti y cuando eres grande olvidas que alguna vez tuviste que preguntarla. Te parece que la sabes desde siempre y, lo que es más, que todo el mundo lo sabe. Pero no es así, es particular tuya y de la sociedad en la que te has criado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.